viernes, 23 de marzo de 2018

Un policía llorando.


La hija de Marcia es pequeña y no deja de hablar, mientras almorzamos, respecto a un policía que ella vio que estaba llorando.

-Yo también he visto carabineros raros –le digo-. Una vez vi uno que era rubio.

La hija de Marcia parece no escucharme y sigue con el tema.

No tiene más de cinco años y lo vio cuando salió con su papá hace un par de días.

Desde entonces ya ha hecho dibujos y hasta me ha pedido que le cuente una historia sobre ese carabinero.

-Es solo un carabinero que llora –le digo yo-. Ponle el traje verde a cualquier hombre que llora y ya tienes un carabinero que llora.

-¿Era un hombre que lloraba disfrazado de carabinero? –me pregunta entonces.

Yo lo pienso un rato y luego evito problemas.

-Exacto –le digo-. Era un hombre que lloraba y que se disfrazó de carabinero.

-¿Con pistola y todo? –insiste ella.

-Era de plástico –le digo yo-. No era una pistola de verdad.

-Pero el llanto –dice ahora la hija de Marcia-, ¿era real el llanto?

-¿Me preguntas si en realidad era un hombre que no llora disfrazado de un carabinero que lloraba?

-Sí –dijo ella.

-Pues no sé –dije yo-. Piensa que tienes la oportunidad de elegir lo que quieras creer respecto a ese hombre.

-¿Yo elijo? –pregunta ella.

-Exacto –digo yo.

Ella se queda en silencio, pensativa.

-¿Y qué eliges? –la apuro.

-No sé bien –dice ella-. ¿Qué crees tú que duele menos?

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