lunes, 16 de julio de 2018

Desconfiar de la X, en los mapas el tesoro.


I.

Hay que desconfiar de la X, en los mapas del tesoro.

Es más: desconfiad mejor de los mapas del tesoro.

No cuentes pasos ni busques referencias.

No trates de alternar, en él, los puntos cardinales.

Y es que los mapas del tesoro se hicieron justamente para alejar de los tesoros.

Y la X en ellos, simplemente, es la mayor de las incógnitas.

Luego de la muerte.

Luego del amor.

Luego de la vida.


II.

Hay que desconfiar de la X, en los mapas del tesoro.

Es más: desconfiad mejor de los mapas.

Y es que la realidad no puede, a fin de cuentas, ser referida en signos.

No hay excepción.

No hay intento que valga.

La naturaleza del mundo es cambiante como el corazón humano.

En vano lo intentan los geógrafos y los poetas.

Todo mapa miente, sin querer, por desconocer la naturaleza de la verdad.

Todo aquel que intenta fotografiar a Dios queda siempre cegado por la luz.

Y con las manos vacías.


III.

Hay que desconfiar de la X, en los mapas del tesoro.

Es más: desconfiad mejor de los tesoros.

Nada valioso ha de encontrarse nunca fuera de nosotros mismos.

Nada de alto precio puede ser transportado o cambiado de lugar.

Y es que no se puede trasladar el corazón del hombre ni ninguno de sus órganos.

Y los ojos del hombre no han sido puestos para contemplar el mundo.

Dichoso aquel que comprende que ellos están ahí para alumbrar el interior del hombre.

El interior de Dios.

El interior del mundo.

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