domingo, 29 de julio de 2018

Cuando sobra una zapatilla.


-Esta mañana –me dijo-, cuando me fui a poner las zapatillas, no pude determinar si me sobraba una zapatilla o me faltaba un pie.

-¿Es una metáfora? –pregunté.

-No –contestó-. Para nada. Sé que suena absurdo, pero mira.

Yo miré.

-¿Podrías decirme si me sobra una zapatilla o si me falta un pie? –me preguntó.

-Debiera poder –le dije.

Bajé la vista y lo observé con cuidado, pero al parecer había algo que me impedía comprender qué ocurría.

-¿Qué dices ahora…? –insistió.

Yo no quería reconocer que no podía así que volvía a intentarlo. Me sentía como si hubiese algo que obstaculizara mi comprensión. No sabía cómo explicarlo.

-¿Tampoco logras verlo…? –preguntó ahora.

-No. No es eso… –intenté explicar-. Me refiero a que veo… Veo, pero no sé ver. No comprendo…

-Pues ya ves… eso es lo que me pasa desde esta mañana…

-¿Y solo te pasa con las zapatillas? –pregunté.

-No sé… -me dijo-. Al menos es lo único que intenté entender, y no pude.

-¿No quieres intentar con algo más? –insistí.

-Pues no sé –dijo tras un momento de silencio-. Me da un poco de miedo observar cualquier cosa, si soy sincero.

-¿Y qué vas a hacer entonces?

-Pues por el momento no me queda más que no saber –me contestó-. No ver. No pensar. No nada, en definitiva, para no preocuparme.

-¿Puedo escribirlo al menos? –le pregunté, finalmente.

-Claro –me dijo.

Y yo escribí.

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