domingo, 3 de diciembre de 2023

Comía rápido esa vez.


Comía rápido esa vez. O sea, no rápido, pero todo el tiempo. Me refiero a que intentaba tener la boca siempre llena, masticando y todo eso. Ya saben… para no tener que responder preguntas o entablar conversación con ellos. Así, apenas preguntaban algo volvía yo a meterme otra cucharada en la boca, hacía gestos… y los invitaba a hablar con los demás. O a mentirse, más bien, entre ellos. Al principio insistieron, pero supongo que poco a poco comenzaron a comprender que no quería hablar y que ese era el problema. Que no importara cuanto insistieran, pues siempre podía encontrar algo que meterme en la boca. Pedazos de pan, trozos de fruta, restos sobrantes de otros platos. Hasta servilletas si la situación lo ameritaba. Lo cierto es que estaba dispuesto a todo, aquella vez. A todo con tal de no decir. De evitar decir. De masticar y tragar mis propias palabras. De lo contrario, pensaba, sería uno más de ellos. Ese era el camino que me quedaba. El que elegía de entre todos aquellos que veía posibles. No es que esté orgulloso de aquello, en todo caso. Probablemente alguien dirá a hora que podría haberme enfrentado, sin más. Pero no es cierto. Desde mí, al menos, no es cierto. Pueden creerme. Comía rápido esa vez…

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Seguidores

Archivo del blog

Datos personales