martes, 21 de noviembre de 2023

Monstruos sin culpa.


I.

Sin culpa no son monstruos.

O no deberían serlo, al menos.

Esa es mi postura al respecto.

Una postura intuitiva, por cierto, y no muy elaborada.

Una postura surgida de una mirada rápida a aquellos a quienes llaman monstruos.

Una forma de ver, entonces, pero no la verdad.

En absoluto es la verdad.

Eso es lo que digo.

La verdad sí que es un monstruo.


II.

Tiempo antes una escena.

Alguien grita en la calle y yo volteo.

No me grita a mí, pero volteo.

Así comienza todo.

La palabra que grita es “Monstruo”.

El tono me pareció desesperado, así que volteé.

Luego, sin embargo, comprendí que era alguien que bromeaba.

O eso me pareció.

Nadie más se había volteado y vi a dos chicas empujándose y riendo junto a una esquina.

Segundos después una cae hacia atrás y resulta tendida de espaldas en plena calle.

Se golpea la cabeza en el piso, pero no parece ser muy grave.

Un auto debió frenar, para no atropellarla y dos personas intentan ayudar.

La chica caída y su compañera siguen riendo.

Entonces dejo de ver lo que ocurre y sigo mi camino.

No hago nada más.


III.

No hay monstruos donde crees que hay monstruos.

Pero hay, sin embargo, en otros sitios.

Si haces un corte, por ejemplo, y levantas la piel, sabrás de lo que hablo.

Por supuesto, de nada servirá, si lo haces a partir de lo que digo.

Olvida mejor, por lo tanto.

Deja pasar algunos años.

Ríe, grita y empuja mientras vienen a ti los monstruos sin culpa.

Esos que no son monstruos, en el fondo, como decía en un inicio.

Pronuncia adecuadamente tus palabras.

Cuídate de la verdad.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Seguidores

Archivo del blog

Datos personales