-Su show principal -dijo M.-, consistía en hacer malabarismos con manzanas. Comenzaba como algo sencillo, con solo tres, de tamaño regular, pero poco a poco iba agregando otras y variando también sus tamaños. Creo que llegaba hasta ocho, si mal no recuerdo. Luego, como factor final, aunque creo que aquí bajaba el número de frutas, iba dando mascadas a algunas manzanas mientras seguía haciendo malabares con ellas, y el público, por supuesto, aplaudía.
-¿De verdad tenía público…? -preguntó J.
-Claro… -contestó M.-, se reunía harta gente ahí donde fuese que él comenzaba con sus malabares…
-Pero… ¿es cierto que aplaudían? -pregunta, escéptico.
-Por supuesto… ¿por qué te resulta tan extraño?
-No me resulta extraño, pero… no sé… solo movía manzanas, entre sus manos… y claro, comía un poco de ellas… sinceramente no me parece suficiente…
-¿Y qué sería suficiente, dices tú? -. Dijo M. con tono de molestia.
-No sé bien, en realidad. Pero sin duda unas cuantas manzanas rotando por el aire no lo son…
-¿Hubieras preferido que lo hicieran con melones o sandías?
-Puedes molestarte, pero lo cierto es que no se trata de tamaño…
-Y entonces -preguntó M.-, ¿de qué es lo que se trata?
-De todo lo demás, menos del tamaño -contestó J.
Así, finalmente, M. observa con detención a J., como si quisiera descubrir si ese tipo está hablando seriamente.
Minutos después, de hecho, lo descubre.
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