-¿Y después?
-Después explotó, simplemente. Magníficamente. Sobre la ciudad explotó, ya te lo he dicho.
-¿No puedes explicarte mejor?
-Hablo sobre lo que vi. Sobre la explosión. Mejor sería decir que vi la bomba abrirse y vi brotar de ellas millares de ojos. Ojos que caían en todas direcciones por distintas partes de la ciudad. Ojos cuyas pupilas se movían mientras caían y descubrían la ciudad al mismo tiempo que la explosión los lanzaba en todas direcciones…
-¿Inventas?
-No invento. Pero pasa que yo también soy como un ojo. Y cada ojo vio al mismo tiempo la misma ciudad y una ciudad distinta. Yo vi esa bomba, digamos. Esa explosión. Fui testigo de esa ciudad que desaparecía a medida que era vista por esos millares de ojos que eran los últimos testigos de una ciudad que probablemente ellos mismos hacían desaparecer.
-¿Probablemente?
-Claro. Solo probablemente. Recuerda que yo también soy un ojo que veo en una sola dirección. No tengo acceso a la ciudad de todos. No puedo asegurar nada.
-No lo asegures, entonces. Pero dime ahora, ¿qué ocurrió antes?
-¿Antes?
-Sí, antes. Antes de la bomba.
-Antes ocurrió lo que ocurre ahora. Antes es ahora, ya sabes.
-¿Ya lo sé?
-Exacto. Ya lo sabes.
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