Habla de corrido y no hace pausas. Eso le dicen, constantemente. Se llega a ahogar, incluso, cuando dialoga con otros o hasta cuando cuenta, simplemente, alguna anécdota. Por esto, la llevan al médico. El primero habla de trastornos de ansiedad y la deriva con otro especialista. Este le hace preguntas que apuntan a dilucidar si, cuando no habla, también su pensamiento funciona como un flujo continuo, o es más pausado. Asimismo, hacen ejercicios de lectura y monitorean su actividad cerebral en diversos momentos del día, incluido el tiempo dedicado al sueño. Así, poco a poco, van analizando nuevas aristas hasta que el diagnóstico se vuelve más complejo. Y es que hay trastornos graves en la respiración, descubren, e incluso algunos fenómenos extraños en la laringe, que se contrae y reacciona de forma extraña cuando vibran las cuerdas vocales y ella intenta hablar. La preocupación aumenta, incluso, luego que sufriera desmayos y pérdida de consciencia mientras conversaba con otros, y despertase con convulsiones luego de un día agitado de reuniones familiares y una importante discusión laboral.
-Hasta que sepamos algo más le pediremos que evite hablar, en lo posible -le dice el último médico, luego de enviarla a tomarse nuevos exámenes.
Ella asiente con un movimiento de cabeza mientras piensa que es algo que siempre intenta realizar.
-¿Quieres que hagamos algo especial esta tarde? -le digo, luego de salir de la consulta.
Pero ella simplemente me da la espalda y se aleja del lugar.
No hay comentarios:
Publicar un comentario