-¿Qué quieres hacer?
-¿Ahora?
-Sí, ahora.
-Nada.
-No se vale decir nada.
-Tú lo acabas de decir.
-No se vale responder “nada”, quise decir.
-De acuerdo, pero no lo dijiste antes de esa forma.
-…
-…
-¿Y?
-¿Y qué?
-Lo que te preguntaba antes… ¿qué te gustaría hacer ahora?
-Dame tiempo… déjame pensarlo.
-Diez segundos…. Vamos…
-Ok.
-…
-…
-¿Y?
-¿Ya pasaron diez segundos?
-Ahora sí.
-Pues bien, creo que lo sé. Escucha con atención:
-Escucho.
-Quiero sentarme en un sillón de cuero y acariciar un gato blanco como un malo de James Bond.
-¿Dijiste al final, “como un malo de James Bond”?
-Sí. Sentarme en un sillón de cuero y acariciar un gato blanco como un malo de James Bond.
-…
-¿Acaso no te gusta mi elección?
-No es eso, solo pensaba.
-¿Qué pensabas?
-¿Estás seguro que se sentaban en sillones de cuero?
-Seguro no, pero digamos que era un sillón cómodo, de cierto prestigio. Yo me lo imagino de cuero.
-…
-…
-¿Y el gato?
-¿Qué pasa con el gato?
-¿Estás seguro que es blanco?
-En mi memoria sí, al menos… un gato blanco, grande, de pelaje largo… un gato al alcance de mi mano, indiferente a la maldad de esa misma mano que puede acariciarlo…
-¿James Bond no acaricia gatos?
-¿Cómo?
-En las películas, ya sabes… ¿no acaricia gatos, James Bond?
-Creo que no… solo acaricia chicas, me parece. O a sí mismo.
-Y tú quieres estar en un sillón de cuero, cómodo, acariciando un gato blanco… ¿todo eso dijiste, cierto?, como un malo de James Bond.
-Exacto.
-…
-…
-¿Y cómo sabes si es malo, el malo de James Bond?
-No te entiendo.
-Lo que dije: ¿cómo sabes que es malo el tipo ese del sillón? Después de todo, está acariciando un gato.
-Es malo porque justamente es “el malo de James Bond”.
-Ya.
-¿No te parece suficiente?
-No sé... Pero puedo aceptarlo, supongo.
-…
-…
-¿No te gustó lo que deseé?
-Tal vez… A veces relaciono con algo más puro, los deseos.
-Todo es puro, siempre.
-¿Cómo?
-Que todo es puro o nada es puro. Tú eliges.
-...
-...
-¿De verdad es eso lo que quieres hacer?
No hay comentarios:
Publicar un comentario