Kurt Gödel se cuida el corazón.
Se preocupa de él tan intensamente a lo largo de su vida, que su hipocondría pasa a ser fuente de estudio para diversos tipos de manía (varias de las cuáles también compartió Gödel).
Todo este cuidado, por cierto, se origina a partir de las averiguaciones que realizó sobre las consecuencias de la fiebre reumática que padeció cuando tenía seis años.
Y claro, como se hablaba de un posible debilitamiento y algunos de los estudios de la época recomendaban mantener el corazón alejado del frío, resultó que Gödel, a lo largo de toda su vida, se abrigó continuamente el pecho, aun cuando la temperatura ambiente fuera lo suficientemente alta como para hacerlo sudar profusamente y convirtiera su actitud en una fuente importante de burlas que llegaron a desacreditar -durante algún tiempo y solo en parte, por supuesto-, la lucidez de su pensamiento y la consiguiente validez de sus ideas y propuestas, cuestiones supuestamente más complejas en la que no ahondaremos aquí.
Acá, como decía en un inicio, simplemente nos centramos en una única y, supuestamente, sencilla observación:
Kurt Gödel se cuida el corazón.
Con preparación, constancia, insistencia y hasta me atrevería agregar que con afecto.
Aprendamos de Kurt Gödel.
No hay comentarios:
Publicar un comentario