viernes, 28 de enero de 2022

Nadar en el río.


Nadar en el río por dos horas. No darse cuenta del tiempo, mientras nadas en el río. Dejarte llevar por la corriente, cada cierta distancia. Cansarte y descansar, mientras lo haces. Observar tu entorno y descubrir que no reconoces el lugar. Comprender que estás lejos de la orilla que recuerdas. Nadar y acercarte entonces a otra orilla. Caminar entre las rocas. Salir del río. Aparentemente salir del río. Secarte con el viento. No reconocer el lugar por que caminas. Las rocas. La tarde que comienza a caer. Descubrir que todo es como otro río. Un nuevo río en cuya orilla comienza el otro viejo río. El que te trajo hasta este sitio. Por el que viajaste hasta este sitio. Avanzas por el lugar y observas con atención todo lo que encuentras. Arbustos, moscardones, pájaros similares a los que observabas antes de entrar en el primer río. Entonces una cabaña. Una pequeña cabaña. Similar a aquella en que estabas antes de ingresar al primer río. Un poco más oscura, tal vez. Con cortinas más oscuras. Un poco más abandonada. Probablemente haya un hombre similar a ti en ese sitio. Tras las cortinas. Similar a ti, pero en un lugar distinto. Pasas cerca de la cabaña. Escuchas voces extrañamente conocidas. Robas una toalla que está colgada en una cuerda. Te envuelves en ella y decides buscar nuevamente el río. Alejarte de esa cabaña y buscar aquella que te pertenece. Yo no soy ese hombre, te dices. Llegas a la orilla. Te preparas a nadar nuevamente.

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