lunes, 26 de mayo de 2025

Alguien habla en nuestro nombre.


I.

Alguien habla en nuestro nombre.

Yo lo sé desde hace un tiempo,
pero no me preocupo.

De hecho, descanso mi voz
mientras lo dejo hablar.

No digo que sea la reacción correcta,
pero en mi caso, al menos, es la que elijo.

Así, me voy enterando de las cosas que dice
porque otros dicen que las digo.

Y a veces pienso, incluso, tras oírlas,
que tiene más razón que yo.


II.

Alguien habla en nuestro nombre.

Lo sé hace tanto tiempo que hoy apenas,
sé diferenciar su voz.

Probablemente imito su timbre, y sus pausas,
sin tener mayor consciencia.

Así, sin entenderlo, he ido anotando
las cosas que decía.

O que por mí decía, más bien.

No es grave, dijo una vez, por ejemplo,
simplemente hablamos de las cosas que hemos visto.

No me habla con imágenes, el ojo.


III.

Alguien habla en nuestro nombre.

En mi caso, me enteré justamente porque alguien,
que habla por ti,
me vino a contar qué sucedía.

No me preocupa en lo absoluto, le dije,
cuando terminó de contármelo.

Luego le pedí que se fuera,
y él accedió.

Entonces yo, para terminar,
escribí un par de frases que pensé,
podrían ayudarme a comprender
lo que antes no había comprendido.

Si te paras en el camino desaparece el camino
fue lo primero que escribí.

No amasas el pan, sino la masa.

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