lunes, 30 de junio de 2025

No se presentó a la boda.


No se presentó a la boda, pero le envió una nota y le transfirió una importante suma de dinero.

Se supo esto porque ella, durante la cena de celebración, leyó la nota en voz alta para que la escucharan todos los presentes.

Era una nota íntima, según me contaron, y varios de los invitados se sintieron incómodos al escucharla.

De hecho, hubo algunos que hasta se fueron del lugar.

Yo, por cierto, no estuve ahí.

Por lo mismo, no fui uno de los que se sintieron incómodos.

De todas maneras, escuché lo suficiente como para hacerme una idea de lo ocurrido.

Y eso, igualmente, me incomodó.

No es que me interesara el tema, en todo caso, pero algunas personas cercanas volvían a hablar sobre aquello y me vi obligado a escuchar.

De esta forma, sumando referencias, comprendí la situación, aunque en absoluto logré descubrir qué era lo que –de forma más o menos exacta-, decía la nota en cuestión.

Lo pregunté de hecho, varias veces, pero nadie supo decirme nada concreto.

Solo saqué en claro que la carta no contenía excusas, ni disculpas, sino más bien se relataban en ella cuestiones pasadas, que nadie pareció entender bien.

-Ni siquiera le deseaba lo mejor o se despedía con efecto –señalaron varios.

Yo asentí, fingiendo que comprendía.

-¿Y no se dijo de cuánto era el cheque? –pregunté entonces.

Los que hablaban sobre aquello me miraron molestos, como si hubiese preguntado algo prohibido, o demasiado íntimo.

-Disculpen –les dije-, era solo por crear una especie de final, ya saben…

Dejé pasar unos segundos.

Creo que ni siquiera me escucharon.

Se voltearon simplemente y me ignoraron, como si yo fuese el culpable de aquella situación.

-Al menos hubo boda –les dije-. Y el mundo no cambió…

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