sábado, 14 de junio de 2025

Algo, supuestamente, sin valor.


Durante un tiempo a todos los billetes que pasaban por mis manos les cortaba un pedacito.

Generalmente una de sus esquinas.

Yo me guardaba esos pedazos, por cierto, y luego gastaba los billetes.

O intentaba gastarlos, al menos.

Según el banco central igual valen… insistía, ya que a veces costaba que los aceptaran.

Era molesto, sin duda, pero era, probablemente, la única manera que tenía para ahorrar.

Una manera falsa, es cierto, pero una manera propia, al menos.

Una forma que incluso sentía honesta.

Valiosa solo por la forma en que había sido realizada, nada más.

Un ahorro hecho solo para mí, en principio, aunque no sé si tenía claro para quién lo hacía.

De igual modo, con el tiempo, para evitar dificultades, fui achicando el pedacito.

Tanto así que el fragmento extraído llegó a ser prácticamente imperceptible.

Con todo, la cantidad de fragmentos reunidos aumentaba.

Más aún cuando en algunos trabajos que realicé pasaron muchos billetes por mis manos.

Llegué a llenar así dos bolsas pequeñas de basura con trocitos de billetes.

Decenas de miles de trocitos que guardé por años, junto a otras bolsas con ropas en desuso.

A veces –muy rara vez, pero me ha ocurrido-, ha vuelto a mí uno de esos billetes imperceptiblemente mutilado.

Entonces, mi sensación es confusa, ante ellos.

Como si ambos nos hubiésemos robado algo pequeño, que ya no cargamos con nosotros.

Algo, supuestamente, sin valor.

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