jueves, 11 de enero de 2018

Un muñeco de mis mismas proporciones.

“Los que duermen y los que están muertos se asemejan.
El noble y el vasallo no son diferentes
cuando han cumplido su destino”.
Poema de Gilgamesh

I.

Alguien hizo un muñeco.

Un muñeco de mis mismas proporciones.

Lo dejaron junto a la puerta con la cabeza entre las piernas.

Y yo lo entré a casa, para que escapase del calor.


II.

Lo senté en un sillón y parecía cómodo.

Me senté a su lado y vi una película de Chabrol.

Como se mostró indiferente puse un documental antiguo, de Herzog.

Al terminar bajé a cocinar unos fritos de pollo al pimentón.


III.

Cuando volví a mirarlo el muñeco había cambiado de pose.

Fue como si se acomodase en el sillón y se hubiese quedado dormido.

Tal vez se cayó hacia un lado y de alguna forma tomó esa actitud extraña.

Lo dejé así y fui a comprar unas cuantas cosas, al supermercado.


IV.

Mientras estaba en el pasillo de los yogurts pensé recién en lo extraño del asunto.

Pues no tenía idea en realidad, de quién podría haber llevado ese muñeco.

Por otro lado era indudable que había sido hecho como un doble.

Si hasta las ropas que tenía, se parecían a unas mías, que usaba hace unos años.


V.

Al volver a casa no encontré el  muñeco.

Todo estaba tal cual y no parecía que nadie hubiese entrado a casa.

Por lo mismo, me puse a buscar dentro de casa al muñeco, pues no era lógico que se lo hubiesen llevado.

Aunque claro, tampoco era lógico que se hubiese cambiado de lugar, así sin más.


VI.

Busqué por horas, pero no encontré al muñeco en ningún sitio.

Así, finalmente, me senté en el sillón, donde antes había sentado al muñeco.

Entonces vi una película de la Cavani y escuché un disco de Bjork.

Tras esto, me dormí en el mismo sillón, en una posición extraña.

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