domingo, 12 de octubre de 2025

Hay fruta, pero el frutero está vacío.



I.

Hay fruta, pero el frutero está vacío.

Puedes verlo sobre el mesón, en una esquina, probablemente lleno de otras cosas.

Las frutas, en tanto, pueden estar en cualquier lugar, más o menos olvidadas.

De hecho, cuando las recordamos –en ocasiones a fuerza de encontrarlas-, suelen producirnos desconfianza y no nos animamos a comerlas.

Poco después –por lo general unos cuantos días-, las botamos para que no terminen de pudrirse en el lugar.

Días después, por supuesto, volvemos a comprar.

No estamos orgullosos, pero lo aceptamos –supongo-, como un ciclo.

Como un ciclo dentro de otro, por cierto.

Y ese dentro de otro más.


II.

Así y todo, a veces cambia.

Uno de los ciclos, me refiero.

Por ejemplo, una vez me desperté pensando en el frutero.

Poco después, avergonzado, lo vacié y lavé cuidadosamente, antes de volverlo a su lugar.

Además, esa vez, despejé el entorno y hasta elegí las mejores frutas para dejarlas dentro.

Esa misma tarde, según recuerdo, comimos dos.

Lamentablemente, nuestras demás obligaciones nos hicieron descuidar aquel avance.

Y días después, luego de botar la fruta desperdiciada, el frutero comenzó a llenarse de otras cosas, como siempre.

Yo me percaté, por cierto, pero no supe bien qué hacer, ni menos qué sentir.

Me refiero a que podría haber hecho algunas cosas, pero solo habría sido el comienzo de otro ciclo.

No sabemos, sinceramente, por quién –o por qué-, tener lástima.

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