I.
Dicen que solo ve clavos, un hombre con un martillo.
Yo digo que ellos mienten.
No con mala intención, por cierto, pero de todas formas mienten.
Y es que, probablemente, nunca han tenido en sus manos un martillo.
Y creen que la visión del hombre, además, es cosa fácil de anticipar.
¡Cuánta confianza en las palabras que parecen simplificar el mundo…!
Cuánta inocencia, también.
Y cuánta ignorancia.
II.
Es cierto: no tengo yo grandes propuestas.
Aun así, podría aventurar algunas alternativas.
No por hacerlo, simplemente, sino más bien organizar otras rutas.
Y claro, a partir de cada ruta, otras posibilidades.
Una propuesta:
Tal vez vea martillos el hombre con un martillo.
Otra propuesta:
Tal vez esté buscando soportes (o hasta paredes) y se haya olvidado del clavo.
Sea como sea, en todo caso, lo cierto es que no ve clavos, únicamente.
Y ocurre que ellos mienten.
III.
Vi una vez a un hombre con un martillo.
Ocurrió muy cerca de donde vivía.
Caminaba el hombre por la calle,
aparentemente enfurecido,
y cargaba el martillo como un arma.
Debe estar siguiendo a un clavo, dije entonces.
Yo bromeaba, por supuesto,
pero olvidé, más tarde, que lo hacía.
Horas después,
supe que habían detenido al hombre.
Extrañamente,
no encontraron nunca aquello
que consideraban un arma.
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