jueves, 29 de mayo de 2025

No es que me preocupe.


“¿No le parece infantil
preocuparse por el destino
de un hombre?”
L. I.

No es que me preocupe, me dijo. O sea, tanto como preocuparme, no. No es la palabra, quiero decir. No lo es porque cuando uno se preocupa busca enlazar esa preocupación con una acción. Con algo que resuelva esa preocupación, me refiero. Y entonces uno le da vueltas a esa posible acción y la busca y rebusca y eso es preocuparse, en el fondo. Ir en busca de algo, pero sin saber cómo ir. Y claro… preocuparse entonces es no ir. O de cierta forma es no ir. Sí, suena extraño, pero es así. Preocuparse es el nombre que toma esa desesperación de no saber cómo ir hacia eso que supuestamente te estás dirigiendo. O eso creo yo, al menos. Por eso digo que no es que me preocupe. Digo esto porque en mi caso, según entiendo, ni siquiera llego a eso. Yo hago otra cosa, me refiero, no preocuparme. Sí, definitivamente es otra cosa. Yo soy de los que va todo el tiempo. Soy del grupo de los que saben cómo ir, pero desconocemos a dónde. Eso lo inventamos en la marcha. Puede ser buscar monedas o señales o hasta invasores alienígenas. Igual lo vamos viendo mientras andamos. Lo extraño es que a veces encuentras, pero sigues, pues en el fondo no buscas. No te preocupas, quiero decir, por encontrar algo. Y claro, tu destino se forma de esa forma, aunque suene mal. Eso me dijo.

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