lunes, 28 de julio de 2025

Para decirte algo.


I.

Quédate un rato más, cuando se vayan todos, para decirte algo.

Eso me dijeron, una vez.

Y yo me quedé, por supuesto, esperando un mensaje trascendente.

Horas después, se fueron todos.

Y yo esperé.

Pero nada hubo, sin embargo, de aquello que me habían prometido.

No es que me queje, en todo caso…

Aunque en ese entonces sí.

Y, según recuerdo, me deprimí un poco.



II.

Así, deprimido, recuerdo también que dejé de esperar.

Y cuando hice eso comencé a observar el entorno.

Recorrí el lugar.

En un mueble, descubrí varios libros en portugués.

Nada que me llamase la atención, salvo un libro de cuentos, relativamente pequeño.

Leí uno de los relatos, entonces, haciéndolo sonar.

Era un libro, recuerdo, de Rubém Fonseca.



III.

Probablemente no ocurrió exactamente así.

Pero debe haber sido más o menos de esa forma.

O sea, lo que quiero decir que mientras leía el libro de Fonseca, alguien me habló.

Alguien fuera del libro, me refiero.

Ya no recuerdo si era o no la persona que había estado esperando.

Pero el caso es que me habló.

Debo haber escuchado, ciertamente, pero no recuerdo qué me dijo.

Nada trascendente, supongo.

Mientras escuchaba, guardé el libro de Fonseca en el bolsillo interior de mi chaqueta.

Terminé de escuchar.

Y me fui.

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