martes, 9 de septiembre de 2025

Velas eléctricas en Notre Dame.



Enciendes velas eléctricas en Notre Dame.

Cada vez que pasas por ahí te acercas a hacerlo.

No es que lo planifiques, pero te preocupas igualmente de llevar monedas antes de entrar.

Y según la cantidad que lleves enciendes algunas.

No es al azar, por cierto, que las enciendes.

Primero las observas con atención y buscas descubrir algo así como un patrón.

Una secuencia de luces o un signo inconcluso, que entonces buscas completar.

No es algo eterno, claramente, y lo sabes.

El nuevo signo no es eterno, quiero decir.

Y es que en cualquier minuto alguna de las luces se apaga e incluso las que tú mismo enciendes durarán solo un rato más.

Y claro…

Te conformas con poco, pienso yo, mientras te observo.

No es que te juzgue, ni quiera atacarte, ni se trata tampoco de venir aquí a decir aquí que tu comportamiento es patético…

Créeme: no hay mala intención en mis palabras.

De hecho, tampoco hay ironía en aquello de las velas eléctricas ni en ninguna otra de mis frases.

Solo digo que te conformas con poco, al hacer eso.

O sea… cuando te veo hacerlo, pienso eso.

Involuntariamente, quiero decir, lo pienso.

Incluso ahora mismo, mientras nuevamente enciendes velas eléctricas en Notre Dame, lo estoy pensando.

Así y todo, será Dios, probablemente, quien juzgue finalmente la naturaleza de los signos.

A mí, de todas formas, es algo que no me compete.

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