Como el reglamento de la empresa no era específico
le debieron permitir ir a su trabajo con sus peces de colores.
Tenía seis, en un acuario que ayudábamos a bajar
desde su auto día a día, hasta colocarlo en una mesa, junto a su escritorio.
Fue el gerente, de hecho, quien nos informó al
respecto.
-Parecerá extraño, pero en la normativa se permite –nos
dijo-. Se prohibían las mascotas, pero no fuimos específicos sobre los peces de
colores. Ya lo consultamos con un abogado y recomendó dejarlo así. De todas
formas no creo que sea un problema. Al dueño incluso le hizo gracia.
Dos semanas después de aquel anuncio, siete
trabajadoras del piso tres y cuatro del dos, ya habían llevado acuarios
similares.
Incluso el supervisor del piso cuatro llevó uno con
caballitos de mar, y alentó a los suyos a marcar diferencia con los pisos más
bajos.
Un mes después, por lo mismo, ya resultaba
imposible contar los acuarios y se debieron habilitar lugares especiales para
dejarlos durante la jornada de trabajo.
Asimismo, el tiempo para subir dichos acuarios y
alimentar a los peces fue negociado por el sindicato y hasta se amenazó con ir
a huelga cuando la empresa propuso descontar los exiguos diez minutos que se
habían solicitado para el ítem de alimentación.
Fue entonces que llegaron de un canal de tv y la
empresa decidió no solo dar los diez minutos sino colaborar con los alimentos y
construir salas acordes, implementando acuarios fijos para que los trabajadores
que quisieran pudiesen dejar sus peces en la empresa y no llevarlos y traerlos
desde casa, día a día.
Fue el propio dueño quien salió en tv dando estas
noticias y la empresa subió sus ventas, casi de inmediato.
Por lo mismo, en los meses siguientes, otras
empresas similares no quisieron ser menos y alentaron a los suyos a tener
iniciativa propia.
Aparecieron entonces las empresas con iguanas, erizos
de tierra y hasta hurones, en las que el proceso se desarrolló de forma
similar, aunque la tv les fue prestando cada vez menos atención ya que se
avecinaba el mundial de fútbol y –a no ser que uno de esos animales vaticinara
resultados-, no tenían ya la menos gracia.
Poco después, un abogado especializado explicó que
la prohibición de estas mascotas habría sido posible desde un primer minuto, y
llamo a reunión a los distintos gerentes para proponerles representarlos en
conjunto, proponiendo una nueva interpretación.
Así se hizo.
La situación legar era engorrosa, por lo que los
trabajadores prefirieron aceptar las condiciones, apenas iniciado el juicio.
Además, muchos de ellos habían comprendido que se
trataba de una responsabilidad agobiante, el atender a sus mascotas cada
jornada.
Como recuerdo, sin embargo, cada empresa decidió
incorporar a su logo aquella mascota mayoritaria que tuvieron sus trabajadores.
Así fue como empezó.