Yo creo que Adán busca.
O quiero creer que Adán busca.
No debe tener claro por qué, pero yo creo que eso
es lo que hace.
Y es que el clima festivo…
Los preparativos por parte de los otros animales…
La jirafa tejiendo una bufanda hace más de seis
meses…
Supongo que eso debe llevar a Adán a hacer algo.
Tal vez por eso, me es fácil imaginar a Adán
buscando en el paraíso.
Un poco contrariado pues Dios le había dicho que ahí
tendría de todo.
Pero claro, sobre la marcha, Adán comprendía que
poco podía saber Dios sobre las necesidades del hombre, y optó por buscar en
vez de conformarse con esa felicidad mediana a la que había sido invitado.
-¿Cómo que felicidad mediana? –le dijo entonces
Dios, omnipresente hasta en los pensamientos más íntimos del pobre Adán.
-Mediana… -confirmó Adán, algo molesto pues Dios se
había comprometido a no investigar en sus pensamientos desde que lo sorprendió
imaginando esas cosas con las ovejas.
-¿No estás conforme…? –siguió diciendo Dios-, ¿me
has visto infeliz alguna por no tener madre, o alguna de esas cosas superfluas?
-No sé lo que es superfllua –dijo Adán-, pero no te
he visto infeliz ni feliz… lo que es casi igual a decir que no te he visto de
forma alguna…
-¿Buscas ofenderme…? –dijo Dios, algo resentido-,
¿buscas que me considere culpable o sienta imperfecta mi labor? ¿Buscas que
compense de alguna forma lo que tú consideras carencias? ¿Buscas…?
-No es eso lo que busco –interrumpió Adán-. Creía
que ya sabías eso.
Pero Dios no contestó.