“¡Si la baticueva hablara…!”
Robin
Al amanecer, recién terminado el turno, Batman
llega a la baticueva y se saca el traje.
Lo cuelga en el batiperchero y recién entonces se
da cuenta que se ha dejado olvidado, él mismo, dentro del traje.
Se siente un tanto ridículo así, olvidado ahí dentro,
y piensa que de cierta forma es más vulnerable, de lo que aparenta.
Recién en dos horas vendrá Alfred.
Recogerá las cosas.
Limpiará el batimóvil.
Y antes de volver a la mansión recogerá el traje.
Batman calcula que serán al menos dos horas.
Ciento veinte minutos que estará ahí, colgado,
dentro del traje.
Y Batman ya no sabe si en ese tiempo debe seguir
siendo quién es, dentro del traje.
Para evitar complicaciones decide simplemente
contar.
Números, piensa, como si fuese la solución a un
acertijo.
Cuando va en el novecientos cuarenta entra Alfred.
Recoge algunas cosas.
Limpia el batimóvil.
Y cuando Batman llega al cinco mil setecientos veinte
va por el traje.
Alfred, sin embargo, no se percata que Batman está
aún dentro del traje.
Y lo manipula como si no hubiese nada dentro.
Seis mil doscientos cuatro y el traje ya está en
condiciones vuelto al batiperchero.
Alfred se va.
Batman comienza a comprender cuando llega al ocho
mil novecientos.
Entonces, deja de contar.
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