El abuelo de mi abuelo tuvo un esclavo. Lo trajo
desde Estados Unidos en los tiempos que ya se estaba cuestionando la validez de
la esclavitud. No lo dejaba salir mucho de casa y lo ocupaba mayormente en
labores domésticas. Reparaciones de la casa, mantener el jardín y hasta creo
que cocinaba un poco. Como estaban en Chile aprendió a tocar la guitarra en vez
de la armónica y hasta dicen que compuso unas cuecas. Hay una que hoy está
grabada por un grupo de cueca urbana aunque el autor aparece como anónimo. La
cueca se llama El almíbar. El esclavo
en tanto se llamaba Jim, aunque luego de unos años en el país comenzó a hacerse
llamar Jeremías. No tuvo hijos y cuando murió el abuelo de mi abuelo, Jeremías
se fue a trabajar a una peluquería y entretenía a los clientes tocando alguna
tonada. Cuando le hablaban sobre si había sido verdaderamente un esclavo,
Jeremías cambiaba el tema aunque no negaba la situación. Todos servimos a alguien, dice en una canción que se conserva hasta
hoy. Y servir te mantiene en pie. Murió
seis años después que el abuelo de mi abuelo. Está enterrado junto a la tumba de
varios inmigrantes que ocupan un pequeño sector en un cementerio en la décima
región. No sé si en su tumba alguien haya puesto, alguna vez, una flor.
No hay comentarios:
Publicar un comentario