I.
Fuera de los locales comerciales montan juegos para
niños.
Toboganes inflables, camas elásticas y otros de ese
estilo.
Yo observo la cama elástica.
Así, tras varios minutos viendo saltar a los niños
me fijo en algunas cosas:
1. Ningún niño cumplió el tiempo máximo en las
camas individuales.
2. Los niños establecen una secuencia de salto que
no se atreven a innovar luego del tercer minuto.
3. Varios padres parecen decepcionados de los
saltos de sus hijos y algunos hasta los critican por su desempeño.
Y claro, si bien observo otras cosas, esos son los
aspectos que me llaman la atención.
II.
Horas después estoy en casa.
Intento escribir algunas cosas.
Tras otras horas dejo tres textos inconclusos que
me detengo a observar.
Así tras varias lecturas a esos textos intento
concluir algunas cosas:
1. Intentando ser honesto me he vuelto deshonesto.
2. El mayor error está en el lugar de nacimiento de
lo escrito.
3. Un texto no debe ser una forma de soporte o
resistencia.
III.
Desde hace años me puse una fecha para abandonar mi
trabajo y lanzarme a escribir “en serio”.
A medida que se acerca esa fecha, han surgido una
serie de problemas que imposibilitan que ese abandono sea total o pueda ser
realizado en las condiciones que proyecté.
Sin embargo, el mayor problema no es ese, sino que
tengo miedo de lo que pueden revelar mis propios sentimientos.
Siento que al igual que los osos, que expulsan un
tapón intestinal al salir de la hibernación, debo arrojar una especie de tapón
espiritual, prontamente, y eso me asusta.
Me asusta porque la fragilidad que me es propia
debe regresar, y no sé si estoy en condiciones de vivir de esa forma.
Me asusta por mí y por los otros, en definitiva, y
porque sé que es una labor que me requiere por completo y no está todo en mis
manos.
Quiero lluvia, quiero árboles y quiero vivir mi
propia fiebre, pues esa es la forma en que me siento vivo.
No poder hacerlo, por razones necesarias, me
obligan a retener mis emociones y cada día siento que eso hace más daño.
Me siento egoísta al hablar así de mí, pero supongo
que es una explicación que debía.
Esto, ya que de verdad este blog surgió como un
deseo de entregar algo con amor.
Está gastada la palabra y suena cursi, pero lo
cierto es que no hay otra.
No hay otra, pero lo cierto es que observo que esto
se está convirtiendo en una especie de cama elástica, donde vengo a realizar un
ejercicio.
Un ejercicio constante y con buenas intenciones, es
cierto, pero un ejercicio al fin y al cabo.
Estoy cansado y amargo y no sé cómo, pero no puede
transformarse en eso.
Y es que el corazón no es un músculo, como algunos
dicen.
El corazón no es un músculo.
Aunque ya no se entregara con amor, con amor se recibe...
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