lunes, 5 de octubre de 2020
Volver al auto viejo.
Chocó el auto nuevo así que se llevó el viejo.
Se había subido a la acera, y se estrelló luego contra un árbol.
Iba a poca velocidad, por cierto, por lo que no tuvo lesiones graves.
Y el auto nuevo regresaría, después de todo, en poco más de tres semanas.
Solo se trataba de tomar el auto viejo y manejar hasta el trabajo.
Veinte minutos, calculó, si no había congestión.
Dar algunas explicaciones, contarlo de una forma amena… eso era lo mejor, había pensado.
Entonces abrió el auto viejo y descubrió que tenía olor a viejo.
No un mal olor, solo olor a cosas que ya habían pasado.
Abrió las ventanas y se dispuso a manejar hasta el trabajo.
Lo único que le preocupaba era que no se le impregnara el olor del auto viejo.
Se sintió como en una máquina del tiempo.
Había sustituido a su yo de hace un año y la reemplazaría en el trabajo.
Probablemente nadie se iba a dar cuenta.
Pensó en las diferencias que podía evidenciar y finalmente determinó que todo se centraba en el auto.
Y claro, probablemente, en el olor del auto.
Mientras estacionaba pensó en esto, y se sintió triste.
No acostumbraba sentirse así.
Cerró la puerta y pensó en contar que chocó por esquivar a un perro, o algo así.
Para evitar arrollar a un ser vivo.
Por evitar dar muerte a un ser vivo había chocado el auto.
Nada más debía pensarse, ni ser dicho.
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