No limpiamos las ventanas porque nos parece
deshonesto. Ustedes pueden llamarlo flojera o criticar nuestra falta de higiene
o como quieran hacerlo… Lo cierto es que a nosotros nos tiene sin cuidado. Lo
hablamos, de hecho, al principio, cuando repartimos labores. Cocinar, lavar
platos, regar plantas, limpiar el baño… todo lo repartimos, sin mayores
problemas. Pero nos alegramos incluso de pensar lo mismo cuando llegamos al
tema de las ventanas y decidir que aquello era de cierta forma innecesario y en
última instancia deshonesto. Fue como descubrir que cumples año el mismo día
con alguien que recién conoces, y crear un lazo a partir de esa coincidencia.
En nuestro caso, claro, el lazo ya existía, pero lo de las ventanas llegó sin duda
a fortalecer ese nexo. Fui yo, según recuerdo quien vio las primeras manchas y comentamos
entonces que se veía menos claro. Y con esto, quedaba en evidencia un poco más
que aquello que estaba tras el vidrio estaba afuera, y nosotros estábamos
adentro. Un recordatorio para no engañarnos, comentamos. Para recordar que no
estamos en el mismo espacio con aquello que habitualmente vemos. Fue entonces
que acordamos no limpiarlas. Y acordamos también que si queríamos realmente el
contacto habría que salir, dejando de lado las normas. Incluso dijimos que ante
la desesperación (si llegaba) podíamos quebrarlas y dejar abierto ese espacio. Solo
en caso de emergencias, por supuesto. Mientras, nos adaptamos bien. Yo soy el
que cocino, el que riego y el que limpio el piso. Todo es un poco extraño, pero
lo principal es no engañarnos. No se olviden de nosotros, si dejamos de verlos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario