Fue en esa época que comenzó a levantar pesas. Todos
los días, me refiero. Movimientos simples y repetitivos y cada vez con un poco
más de peso. Tres veces al día, lo hacía. Anotaba lo realizado en una libreta. También
compró pastillas luego del primer mes. Aminoácidos, creo, no sé bien. Comenzó a
usar poleras ajustadas, sin mangas. Una vez, en ese entonces, nos encontramos
con él en el supermercado. Nos contó que quería hacerse un tatuaje, pero que
quería desarrollar más musculatura antes de hacerlo. Se veía cambiado, es
cierto, pero no demasiado. Quedamos de juntarnos algún día, pero luego no lo
hicimos. Lo llamamos un par de veces y dejamos de insistir. Supimos que se
había hecho el tatuaje, finalmente. Uno de nosotros lo había visto de lejos y
notó algo de color en uno de sus brazos. Un dibujo grande, nos dijo, del
hombro a la muñeca, aunque no se fijó mayormente en el diseño. Pasó entonces
el tiempo y no volvimos a saber de él. Varios de nosotros nos cambiamos de casa
y supongo que intentamos cambiar también, aunque en la mayoría de los casos sin
utilizar pesas. No hemos vuelto a reunirnos. Supongo que nos da vergüenza
encontrarnos y seguir siendo los mismos, nada más. Para fin de año siempre nos
mandamos un saludo, pero no contamos detalles y cada vez utilizamos menos palabras,
al hacerlo. Quién sabe hasta cuándo va a durar, esa costumbre.
No hay comentarios:
Publicar un comentario