Durmió en la cocina porque hacía calor y el piso
estaba fresco. Eso fue lo que me dijo. Yo le creí porque el calor no me dejó
dormir y entonces su historia me pareció probable. Preparamos desayuno para
todos y luego hablamos sobre lo que haríamos durante el día. El resumen era que
almorzaríamos fuera y no volveríamos hasta la tarde. Él se iría a una playa
cercana, con B. Los niños, F. y yo iríamos a conocer el bosque del que nos
habían hablado y nos preocuparíamos de las compras, para el otro día. Le ofrecí
conseguir un ventilador, para esa noche, pero me dijo que no sería necesario,
que B. no se hacía problemas con el calor y que en el peor de los casos la cocina
no estaba tan mal y el piso era fresco. Nos reímos un poco, nada más, según
recuerdo. Supongo que culpábamos al otro por no consultar lo del aire
acondicionado, pero nada muy serio. No pensé nada extraño. Él desayunó con B.
en la terraza y yo le llevé el desayuno a la cama a F. y a los niños. Luego nos
duchamos y salimos. Al menos en mi caso cumplí con lo acordado. Cuando salimos
ellos todavía no se iban. Fuimos al bosque con y almorzamos fuera. Todo bien,
en nuestro caso. Luego, de regreso, pasamos a comprar algo para la noche y el
desayuno del otro día. Nunca sospeché nada extraño y supongo que F. y los niños
tampoco. Tal vez no había nada qué sospechar, simplemente. Usted puede ordenar
la historia de una forma distinta si quiere, pero los elementos serán los
mismos, más o menos. Los hechos y el calor, nada más. O el calor y los hechos.
No puede culparme de nada, me refiero. Así es como ocurren las cosas.
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