Vio el ataque, en una esquina. Un hombre con un
cuchillo atacaba a otro. En repetidas ocasiones lo atacaba, hasta que el otro
cayó. Estaba oscuro. Extrañamente silencioso. Todo le pareció un poco falso,
artificial. Tanto que pensó que había un problema en ella, al percibirlo. No le
pareció escuchar, por ejemplo, que el hombre acuchillado hubiese gritado. Todo
fue como un juego de sombras, pensó. No vio expresiones de pánico ni angustia.
Fue como una representación. Menos que eso: el ensayo de una representación. Incluso
podría decirse que fue un instructivo: el repaso de los movimientos para un
asesinato realizado con un arma cortopunzante. El gesto técnico, digamos. Como
cuando muestran a un futbolista golpeando correctamente un balón o a un
deportista X haciendo un movimiento X. Entonces, el cuerpo que acuchilló
pareció mirar en varias direcciones (menos hacia la ventana del tercer piso
desde donde ella observaba) y se va del lugar. Lo ve llegar hasta otra calle
donde dobla y se aleja. El otro cuerpo, en tanto, ha quedado en el suelo. Le
pareció ver un pequeño movimiento, en un inicio, pero luego ya es un bulto,
simplemente. No se aprecia en él movimiento alguno. Ahora debo llamar a la
policía, se dice. O tal vez a una ambulancia. Toma su teléfono. Piensa en el tono de
voz adecuado para narrar lo ocurrido. En el gesto técnico adecuado, digamos,
que diferencie esa llamada de la que realizó dos horas antes para pedir una
pizza. Se decide por llamar a la policía. Debe parecer nerviosa, pero no sabe
bien cómo hacerlo. Y como no sabe, lo dice. Estoy nerviosa, dice. Atacaron
a un hombre con un cuchillo. Da su dirección. Explica que todo estaba
oscuro. Que no vio bien. Que no sirve para testigo. La dejan esperando, un
momento en el teléfono. Vuelven a pedir sus datos y le hacen repetir la
declaración, agregando unos detalles. Entonces le informan que irá un policía hasta su departamento, para que
firme una declaración. Que será algo rápido. En treinta minutos
aproximadamente. También enviarán una ambulancia. Ella no sabe qué decir, así
que se queda en silencio. Pero no corta la llamada. ¿Está ahí todavía?,
le preguntan luego de un minuto. Ella contesta que sí. Puede colgar, le
dicen. Ella lo hace.
No hay comentarios:
Publicar un comentario