Soñar que eres un huevo. Desde dentro, soñar que
eres un huevo. Que tu piel es frágil y quebradiza como una cáscara. Soñar que sabes
que eres un huevo, más bien. Y querer, entonces, ir más allá del huevo. Más
allá de ti mismo, de esa forma, querer ir. Soñar entonces que te trizas y que
de pronto comprendes que vas a abrirte. Decidir, incluso, que vas a abrirte. Crash, crash, suena el huevo. Tu
voluntad rompiendo el huevo, suena crash,
crash. Soñar con ese crash, crash.
Desde dentro, me refiero, soñar que suena así. Sentir entonces que algo termina
de quebrarse. Y que tras quebrarse, poco a poco te vacías. Soñar que sale de ti
algo viscoso. Algo que eres, es lo que sale de ti. Tú que no eres cáscara. Tú
que sales, más bien, de entre la cáscara. Soñar que eso eres tú. Descubrir que
eso eres tú. Algo viscoso, pero sin sustancia. Sin color, incluso. Sin forma
definida, es como te descubres. Soñar que eras un huevo, entonces, pero no
tenías yema. Dudar, entonces, si eras o no un huevo. Solo algo viscoso retenido
en una cáscara. Soñar que eras eso, apenas, y no sabías. Y soñar que ya es,
como siempre, demasiado tarde.
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