Ella estuvo en primera fila. Siempre estuvo en primera fila. Compró su entrada apenas
salieron a la venta y ahora ya está ahí. En uno de los conciertos anteriores se
quedó hasta el final y logró llevarse las baquetas del tipo de la batería. Son
baquetas iguales a otros miles de baquetas, pero al mismo tiempo son mucho más
que aquello. Esta vez quiere alguna uñeta del guitarrista principal y ojalá
algún papel, de esos en los que anotan el orden de las canciones y que tienen
junto a los instrumentos. Luego de eso, piensa ahora, podrá simplemente ir a
escucharlos. Además, esta vez, quiere sacarles varias fotos. Las suficientes
para poder elegir e ilustrar un texto que más adelante publicará en la web, en
una revista juvenil. Y claro, yo deberé entonces revisar aquel texto. Me pagan
por eso, digamos y trato de hacer mi trabajo. Generalmente son solo aspectos de
estilo y algún detalle de ortografía. Sin embargo, también hay ocasiones en que
debo escribir el texto completo de conciertos u otros eventos en los que nunca
he estado. Hasta el momento, por cierto, nadie se ha dado cuenta. De hecho ella
misma, –la que ahora quiere la uñeta y el papel con los apuntes-, me ha
preguntado en qué sector he estado, en ocasiones anteriores. Yo suelo decirle
que en las primeras filas, y describo algún detalle para que los otros crean
que es cierto. No me gusta mentir, pero si ella supiera la verdad tal vez cambiaría
la forma en que vive estas experiencias. Y claro, prefiero que sea el tiempo y
no yo quien se ocupe del desgaste. Sí, definitivamente: eso es lo que prefiero.
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