Por la misma época que Chaplin y Buster Keaton,
existía otro actor cómico del que conservan unos pocos cortometrajes y una
película incompleta, titulada Home.
Hace unos días veía el material, recientemente
restaurado, y más allá de los tres cortometrajes con historias de persecuciones
entre un vagabundo y varios policías, me llamó la atención profundamente los
cuarenta y dos minutos que se conservan de su única película.
En esos minutos, un personaje del que poco se sabe
(salvo que camina extraño, anda con un maletín y usa una pipa pequeña), va a
distintas domicilios llegando hasta la entrada de cada uno de ellos para luego
fijar su atención en el limpiapiés del lugar que en todos lados es el mismo, y
que dice “Home”.
En esos momentos, tras permanecer unos segundos
aparentemente perturbado al mirar el limpiapiés, el personaje se para sobre él
y comienza a utilizarlo, hasta detenerse nerviosamente y comenzar a limpiar el
limpiapiés, como si estuviese obsesionado con no manchar aquella palabra.
Esto ocurre -con algunas pequeñas variaciones-,
ocho o nueve veces durante los minutos que han quedado del film, y por lo
general es el preludio para que, mientras intenta limpiar el limpiapiés, suceda
una nueva situación: lo ataque algún perro, le arrojen agua desde una ventana, un
policía lo persiga tras encontrar su actitud sospechosa, u otras situaciones
que crean un hilo cómico que está presente a lo largo de la obra.
Lamentablemente, se ha perdido el inicio y el final
de la película, y no logro encontrar en internet indicios de su argumento
completo. De esta forma, careciendo de mayor información, no he podido sino
admirar esos minutos, que parecen salidos de un sueño, y dejar que ronden en mi
cabeza desde entonces, como si yo mismo llegase hasta una entrada y me
sucediese entonces algo similar a lo de su protagonista.
Y claro, no sé si es home, lo que diría el limpiapiés ante el cual me detengo, pero sin
duda hay una palabra que no queremos ensuciar, y que suele detenernos antes de
entrar a un lugar que todavía desconocemos. Ojalá todos pudiésemos saber, cuál
es aquella palabra.