I.
“Soñé que no tenía uñas y cuando desperté resultó
que no tenía dedos. O sea, sí tenía pedacitos de dedos, pero nada que resultara
útil, en realidad. Me dijeron que me había caído una parte del techo encima y
que había perdido la conciencia. Y que los chanchos de ese tal don Ramiro me
habían comido los dedos, en la confusión, luego del terremoto. Eso fue lo que
me dijeron“.
II.
“Todos le echan la culpa a mis chanchos, pero mis
chanchos son aquí las víctimas. Y es que siempre pasa lo mismo, no sé si se han
dado cuenta: al final culpan a las víctimas. Yo creo que porque no saben
defenderse, o justamente porque son víctimas. Yo vine a saber lo que ocurría
cuando ya habían abierto al Timoteo, que era el chancho más joven, y le
revolvían las tripas buscando los dedos. No encontraron nada, por supuesto.
Porque el Timoteo es víctima. No dejé que abrieran al Wenceslao porque ya es
viejo y se merece morir pa que uno coma, no pa que alguien rebusque unos dedos
que quizá dónde fue a perder, y esparzan las tripas y no sirva de nada. Eso es
lo que yo creo”
III.
“Don Ramiro y el joven Rafael siempre tuvieron
disputa. Nadie cree que son parientes de lo feo que se miran, pero es la verdad.
Luego del terremoto no aparecía el joven y a don Ramiro lo vi acongojado,
mientras lo buscaba por todos lados. Es mentira que buscara los chanchos, don
Ramiro buscaba al joven Rafael. Lo encontró por los gritos de los chanchos, es
cierto, pero en realidad yo lo vi alegrarse cuando encontró al joven. Lo de los
dedos no sé. Sinceramente no sé. Además no me impactó ni nada. No creo que se
vaya a morir por eso. Lo que me impactó en cambio es cómo la gente puede fingir
que se odia, luego dejar de fingir y luego volver a lo primero y la tierra no
vuelve a temblar ni a sonar ni nada. Son
oportunidades perdidas, creo yo. Como la carne del Timoteo que quedó ahí y se
llenó de moscas. Eso es lo que yo sé”.
No hay comentarios:
Publicar un comentario