Nos equivocamos y pusimos la puerta al revés. No
fue tan grave, solo que se abre para el otro lado. Yo me reí y no le di
importancia, pero ella insistió en que la cambiáramos de inmediato. Para
comprender la premura le pedí argumentos. Entonces me explicó un par de cosas no
muy importantes y que ni siquiera me parecieron lógicas. Por lo mismo, le
pregunté si hablaba en serio. Ella se molestó y dijo que nunca tomaba en serio
sus argumentos. Para entender su postura le pedí nuevamente algunas razones. Es
decir, argumentos que demostraran que no me tomo en serio sus argumentos. Ella
me miró y no dijo nada aunque los ojos se le llenaron de lágrimas y la vi
empuñar sus manos. Segundos después resultó que se había encerrado, tras la
puerta que habíamos puesto al revés, y hasta había puesto llave. Pensé que era
mejor no hablarle durante algunos minutos. Así lo hice. Unas horas después, noté
que no se escuchaban ruidos tras la puerta así que pensé que se había dormido.
De hecho, eso fue lo que le pregunté, cuando volví a hablarle. Ella contestó
que no, secamente. Dejé pasar otros minutos y luego le pregunté hasta qué hora
pensaba estar encerrada. Ella dejó pasar unos segundos y luego dijo que me equivocaba,
que el que estaba encerrado era yo, realmente. Yo miré en torno y analicé la
situación. ¿Quieres algún argumento?,
preguntó ella. Yo le dije que sí, que quería un par si era posible, un poco por
joderla. Pero ella no supo darlos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario