No distingues, en el momento, qué cosas caen.
Tampoco las ves venir. Simplemente abres el armario y todo se viene encima. Igual
que en las series cómicas, salvo que no hay risas ni objetos tan pesados. Por
lo mismo, no es un suceso en extremo peligroso, aunque por lo general se recibe
algún golpe y sobre todo un susto. Y el corazón queda entonces latiendo tan
aprisa que resulta imposible seguir ignorándolo. En lo personal siempre me pasa
por las mañanas. Y eso que no tengo armario. Me refiero a que despierto y el
mundo se me viene encima, igual que las cosas de un armario. Objetos,
recuerdos, deberes y hasta sueños no cumplidos. Y el corazón queda latiendo
entonces como si fuese a decirme algo. Debiese acostumbrarme, pero lo cierto es
que me sorprende cada día. Además, las cosas que caen del armario no suelen ser
las mismas. Me doy cuenta de ello ya que durante el día las recojo, mientras
hago también otras cosas. Las recojo y las ordeno, por cierto. Lamentablemente,
a veces se hace de noche y no consigo ordenarlas. Y es entonces cuando debo
elegir entre no dormir y recoger aquellas cosas, o ir juntando cada vez más a
medida que pasan los días y esperar el colapso. Objetos, lugares, fotos y todas
esas cosas de las que estás relleno tú y el mundo, aunque pretendas negarlo. Y claro,
es entonces cuando el corazón queda latiendo tan aprisa que resulta imposible
seguir ignorándolo.
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