I.
De vez en cuando juego a las cartas.
Da lo mismo el juego, pues no soy experto en ninguno.
Me percato, sin embargo, con el tiempo, de una verdad estadística.
Siempre que yo reparto, me tocan las peores cartas.
II.
Podría hacerse una canción a partir de esta estadística.
Una tipo folk, digamos, donde se hablara del juego, del amor y de la
suerte.
En el coro habría una frase referente a algo ganado y algo perdido.
Y podría convertirme, hacia el final, en el héroe triste de mi propia
canción.
III.
De todas formas, no hay gran drama en todo esto.
Me refiero a que hay pocas diferencias entre ganadores y perdedores.
Las apuestas que hacemos suelen dejarnos en un mismo sitio.
Y todos los que jugamos, volvemos invariablemente solos, hasta nuestras
casas.
IV.
De llegar a convertirse en canción folk, el asunto de la soledad podría
convertirse en un motivo.
Y entonces la guitarra cambiaría de acorde y la voz sonaría dolida y más
gastada.
Los oyentes, por el contrario, quedarían de cierta forma protegidos.
Pues se estaría hablando de los otros, y no mirarían ellos, sus propias
cartas.
V.
Tal vez por esto, a fin de cuentas, es que juego a las cartas.
Por crear experiencias verdaderas, de las que luego pueda hablar, sin
mentir.
Y entonces tendrá usted las cartas más cómodas y yo veré en la vida cómo
hago.
Y el tiempo pasará por todos y casi nadie estará triste, cuando llegue
el fin.
No hay comentarios:
Publicar un comentario