No le quisieron decir que habían atropellado al
perro así que lo estuvo buscando durante al menos dos semanas. Puso avisos en Facebook,
pegó carteles, ofreció recompensas. La llamaron dos personas y ninguna de ellas
tenía un dato útil. Una de ellas, sin embargo, le siguió preguntando si lo
había encontrado. Parecía realmente preocupado así que ella contestó a sus mensajes
y hasta le contó más, sobre su vida. Él también hizo lo mismo, sobre la suya. Poco
después se juntaron y fueron a comer sushi. Se siguieron viendo un par de veces
y se acostaron por primera vez en un departamento que el arrendaba, cerca de su
trabajo, en Ñuñoa. No resultó tan bien, así que desde esa vez solo se vieron un
par de veces, un poco por cumplir. Fue por esos días que a ella le contaron que
realmente su perro había sido atropellado. Se lo contó su madre quien además le
pidió disculpas por la mentira, pero le dijo que comprendiera… que sintió que
era mejor darle algunas esperanzas y luego no encontraba la forma de decírselo.
También le ofreció conseguir otro perro similar, a través de una tía. Extrañamente
ella dijo que mejor no, que estaba bien así, mientras tanto. ¿Mientras qué?, le preguntó la madre. Ella no contestó y se fue a su cuarto. Yo creo que
no sabía la respuesta.
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