Dios nos ama,
me dijo. Dios nos ama y por eso se
esconde y nos desespera y a la vez nos regala acantilados bajos. Y es que Dios
es justo, en el fondo. Tan justo que mientras más profunda es nuestra
desesperación más bajo es el acantilado que pone Él frente a nosotros. Yo no
comprendí en un principio, igual que tú, pero ya verás que es cierto, con el
tiempo. Te arrojarás de algunos, es cierto, pero será más bien por confusión. Solo
por confusión. Y claro, ojalá no mueras al lanzarte porque todo habrá sido por
error. Todo habrá sido por creer verdadero algo que no lo era. Todo habrá sido
confusión, si lo haces. Lo verdadero, en cambio, lo irás descubriendo con el
tiempo. Y sabrás entonces que lo real está siempre en otras cosas. Otras cosas
que aún te son lejanas. Escúchame bien y no lo olvides: El dolor es otra cosa. La
soledad es otra cosa. La desesperación real es otra cosa. Intenta creer a
ciegas, por el momento, pero intenta creer. Mira el abismo y respira hondo. No
gastes lágrimas en esto. La vida está gastada, pero aún resiste. Ya encontrarás
acantilados más bajos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario