Algo así como una cuenta regresiva. Una cuenta que
comenzamos con la esperanza del cero. Regresar al cero, más bien. Volver a ese
punto que nos permita lanzarnos ahora a alturas
distintas. Esa es la idea, por supuesto. La idea declarada. Luego caemos en
cuenta que el cero no existe. Fingimos que lo es, en todo caso, y regresamos,
pero no volvimos realmente a sitio alguno. Ni tiempo ni lugar es el cero. Ni
cinturón ni anillo, tampoco. Un invento como casi todo eso que supuestamente
puede lanzarnos a alturas distintas.
Una mierda de frase, por lo demás. Un cero dicho con más sílabas... algo así
como otra cuenta regresiva. Otro invento, digamos. Otra esperanza del cero. Y
claro, entonces haces la cuenta más lento… Me refiero a que alejas el cero ese
porque ya no sabes si estás listo realmente para ese despegue. Juegas a
posponerlo, incluso. Fragmentas los números. Aplazas la llegada a ese lugar que
no existe. Ni cinturón ni anillo, te dices. Pero lo dices para no dudar. Para
jugar a que no mientes y llegar a ese no
lugar donde hay negación absoluta. Algo así como una cuenta regresiva, digamos.
Una última esperanza del cero. Eso digo yo.
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