¿Me preguntas cuál fue el último? Pues en verdad no
sé. Sin pensar iba a decir Foster Wallace, pero algo me frenó. Luego de golpe
retrocedí años y llegué a Kazantzakis y hasta a Dosto, más atrás. No es que no
hayan otros, pero hay demasiado afecto para verlos en perspectiva. Ishiguro,
Vonnegut, la McCullers, Clarice, Yoshimoto... Endo, podría ser. Mishima y Kawabata
aunque ya son un tópico. Obe que es más silencioso. Bulgakov. Un libro de
Auster. Kafka me lo salto y ya sabes por qué. La O´Connor. Un par de la Wolf. El
otro día ordenando volví a recordar a las mujeres. La Nemirovski, Cather, Emily…
de verdad son hartas. Pero claro, no sé si decir que una de ellas sea realmente
la última. Y es que me cuesta bajo los parámetros que das. Conrad, tal vez, a
la distancia. Y es que no puedo pensar bien, si me lo pides. Me refiero a que
solo reconozco ámbitos… la genialidad de Vian, el perfil amargo de Onetti…
fuerza en tantos otros… Melville podría ser… Murakami no podría, aunque tiene
algo… Víctor Hugo… Créeme que lo intenté y hasta hice listas. Un día de estos
te las comparto, aunque todas están llenas de borrones. Y es que al final
llegué hasta a Homero, o sea a la idea de Homero, ya sabes, al invento… y luego
pensé que era absurdo, ¿cómo el primero iba a ser el último…? Así, finalmente
me pasee por la biblioteca intentando buscar, recordando, buscando algo, en el
fondo… Y ya sabes… tal vez me ayude volver a hablar de eso… retomar, digamos…
no me hagas explicar ahora… Dejémoslo así, mientras tanto. No hay último y no
hay primero, tal vez. Lo digo de verdad… En ocasiones me asusto pensando que
tal vez incluso no haya nada. Pero claro… puedo saber también que el problema
está más cerca de lo que parece. Más dentro, si soy honesto. Y es que esperé la
tormenta tanto tiempo que al final la calma se volvió tormenta y no la vi. Y claro…
hoy en día veo apenas, por supuesto. Ahora bien, ¿me preguntas en serio cuál
fue el último…? Pues no sé. Deja ordenarme, mejor… Además en estas cosas nadie
tiene respuestas. Nunca, de hecho, he tenido una respuesta. Tengo que empezar
de nuevo, pienso entonces. Siempre comenzar… Hasta que de una vez por todas sea
el comienzo correcto… Aunque claro, el problema nunca ha sido el comienzo, sino
lo que viene después… Ya sabes… Tal vez sea eso lo que haga correcto al
comienzo… ¡Cuánta palabra...! Mejor mañana seguimos hablando… nadie nos apura, después de todo.
Nadie nos apura, digamos, salvo el corazón.
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