I. Más o menos la rutina
Un japonés pasea en bicicleta por el barrio.
Todos los días, poco antes que amanezca, justo
cuando me voy al trabajo.
Viste siempre con un buzo que suele ser azul o
celeste.
Yo voy con corbata y suelo llevar un libro en la
mano.
Esa es más o menos la rutina.
II. Más o menos el encuentro.
Hace unos días me detuvo, tras ver que yo llevaba
uno de Yoko Ogawa.
Según entendí él conocía a la autora, y creo que
había leído un par de libros.
Poco más pudimos hablar.
Creo que mencionó a Mishima, Oé, Tanizaki y algún
otro.
Yo debo haber mencionado a Endo, Dazai, Kobo Abe y
la Yoshimoto.
Antes de irse preguntó por Murakami.
Yo levanté el pulgar y él pareció aprobar.
Así fue más o menos el encuentro.
III. Más o menos el mito.
En la panadería del barrio escuché hablar sobre el
ciclista japonés.
Los que hablaban, por cierto, se equivocaban
pensando que era chino.
Decían que siempre lo ven en bicicleta justo antes
de salir el sol y poco antes de oscurecer.
Nadie creía saber dónde vivía.
Yo pensé que lo que hablaban, de cierta forma,
parecía un mito.
Un ciclista japonés que trae y se lleva al sol, en
resumen.
Ese más o menos sería el mito.
IV. Más o menos el final.
Como la historia que es cuento está en proceso,
todavía falta un final.
De todas formas, podría agregar que hoy en la tarde
vi pasar al japonés en bicicleta.
Junto antes de anochecer, como habían comentado.
Cuando me vio se detuvo unos instantes e intentó
comentar algo de Tony Takitani y de El país de nieve.
Luego siguió pedaleando, algo distraído.
Como casi choca con un camión, yo me pregunté qué
pasaría si él muriera mientras acarrea al sol.
Y es que ese podría sería un buen final, me dije.
Pero claro… aquello no ocurrió.
Por lo mismo es este, más o menos, el verdadero
final.
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