Iba en el metro. Concentrado. Leyendo y a la vez escuchando algunas conversaciones de personas en el vagón. Entonces de pronto vi la maquinaria. Sentí la maquinaria. Me refiero a que descubrí que no iba, solamente, en el metro. Iba también en un reloj. E iba en un tipo de reloj que medía el tiempo de una forma que hasta entonces desconocía. La distancia en palabras, me refiero. Sensaciones esparcidas a lo largo del camino. Ya ni sé cómo decirlo. Una frase, por ejemplo: empezaba en una estación y terminaba en otra. Empezaba y terminaba de ser dicha, por supuesto. Y claro, esa frase -la misma del ejemplo-, provenía a veces de una sensación, que ya ni siquiera sabía en qué sitio quedaba. Y claro… todo eso se me reveló –ahí en medio del vagón-, como algo indudablemente maravilloso. No sé si me explico. Era como descubrir la maquinaria y descubrir también que el engranaje en que vamos, está a mitad de camino. Siempre a mitad de camino. Esparciéndose en el camino. Frases como haces de luz. Sensaciones como líneas que se hacen en el agua: Eso somos. Eso fuimos. Eso sentimos. Cosas así me dije. Siempre entre una estación y otra. Tantas personas. Tantas palabras. Tantas sensaciones. Y yo pensando que estoy aquí. ¡Qué iluso…! Un perro, abajo, me mordió el pantalón. Una chica sonrió. El libro entre mis manos, incluso, se deshizo.
martes, 12 de abril de 2016
Entre una estación y otra.
Iba en el metro. Concentrado. Leyendo y a la vez escuchando algunas conversaciones de personas en el vagón. Entonces de pronto vi la maquinaria. Sentí la maquinaria. Me refiero a que descubrí que no iba, solamente, en el metro. Iba también en un reloj. E iba en un tipo de reloj que medía el tiempo de una forma que hasta entonces desconocía. La distancia en palabras, me refiero. Sensaciones esparcidas a lo largo del camino. Ya ni sé cómo decirlo. Una frase, por ejemplo: empezaba en una estación y terminaba en otra. Empezaba y terminaba de ser dicha, por supuesto. Y claro, esa frase -la misma del ejemplo-, provenía a veces de una sensación, que ya ni siquiera sabía en qué sitio quedaba. Y claro… todo eso se me reveló –ahí en medio del vagón-, como algo indudablemente maravilloso. No sé si me explico. Era como descubrir la maquinaria y descubrir también que el engranaje en que vamos, está a mitad de camino. Siempre a mitad de camino. Esparciéndose en el camino. Frases como haces de luz. Sensaciones como líneas que se hacen en el agua: Eso somos. Eso fuimos. Eso sentimos. Cosas así me dije. Siempre entre una estación y otra. Tantas personas. Tantas palabras. Tantas sensaciones. Y yo pensando que estoy aquí. ¡Qué iluso…! Un perro, abajo, me mordió el pantalón. Una chica sonrió. El libro entre mis manos, incluso, se deshizo.
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