Estoy en un bar donde se presenta quien fuera
elegido como el segundo mejor doble de Elvis, en un concurso internacional
realizado en Memphis, hace unos cuántos años.
El hombre es chileno y al parecer ha engordado un
poco desde aquel concurso, razón por la cual solo lo contratan es este tipo de
bares, donde todavía encuentras cervezas de a litro y papas fritas a precios
moderados.
Hay que reconocer, sin embargo, que tiene un buen
traje y una voz que por momentos se asemeja bastante a la del original.
Después de cantar unas tres canciones, el doble se
baja del escenario y se sienta un rato en mi mesa, a tomar mis cervezas.
-Llámame Segundo
Elvis –me dice.
-Ya –contesté.
Y claro… como no pregunto nada, la situación
resulta un tanto incómoda, hasta que se pone a hablar por su propia cuenta.
-Lo que más me enorgullece es haber sido segundo en ese concurso –me dice-. En mi caso, por ejemplo, envié un video con una actuación y fueron ellos
mismos los que me mandaron llamar… Con pasajes incluidos y todo. Fue entonces que decidí que quería ser el
segundo…
-¿Y por qué segundo? –pregunté yo.
El hombre hace una pausa entonces y después se
explicó.
-Lo que pasa es que ser segundo no es en realidad ser segundo –me dijo-. Y mi meta era en el fondo, alcanzar a estar en el podio…
-No entiendo… -confesé.
-Lo que pasa es que si lo piensas, al ser dobles, ya
partimos un puesto abajo… porque el primer lugar obviamente es para el primer Elvis…
-¿Para el original? –lo interrumpí.
-No me gusta llamarlo así… -dijo él hombre-, pero
sí, para el primer Elvis, digamos…
-Pero él no debiese contar… Me refiero a que en el
podio van los dobles, no los verdaderos…
-Justamente es por eso que no me gusta esa palabra…
-dijo-. Siempre que se parte hablando de originales se llega a la idea del
verdadero… No sé si se entiende, pero cuando se ve así es como si yo no fuese
original, ni mucho menos verdadero…
-Pero cuando imitas a Elvis… Entonces no estás
siendo tú mismo… -insistí.
-Claro que lo soy… -dijo ahora algo molesto-. Yo
soy el segundo Elvis.
-Y el tercero en el podio.
-Sí… así es… Si hubiese salido tercero en realidad
hubiese sido el cuarto, y habría abandonado el podio…
-¿Y por qué mejor no fuiste el primero? –pregunté.
-Ya te dije que el primero es el artista que está
muerto…
-No –intenté explicar-, me refiero al primero que
es segundo…
-Pero si yo salí segundo.
-Lo sé –continué-, pero tú saliste segundo que es
en realidad el tercero… ¿Qué pasa con el segundo que verdaderamente es primero…?
-¡Otra vez! –exclamó-. Verdaderamente a mí me eligieron
segundo… eso es todo… por eso me dicen el Segundo Elvis…
Seguimos así un rato, intentando entendernos, hasta
que el segundo Elvis salió nuevamente a interpretar unas cuántas canciones.
Por último, desde la barra del bar, una tipa se
dejó llevar y hasta gritó un poco, mientras él cantaba.
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