Él y ella están tomando once.
Ella preparó palta e hizo además huevos revueltos.
La televisión está apagada y entre ambos se ha
formado un silencio incómodo.
-¿En qué piensas? –preguntó ella.
-¿De verdad quieres que te lo diga? –dijo él.
Ella intentó analizar el tono.
Parecía afable.
-Si –dijo ella.
Él echó huevo revuelto a una tapa de pan.
La mascó y comió con cuidado.
Luego habló, tranquilo.
-Pues no sé… -señaló-. Puede sonar como un gran tema,
pero lo cierto es que pienso en las convicciones reales por las que continúo haciendo
esto.
-¿Esto? –preguntó ella-, ¿qué es “esto”?
Él no contestó.
Ella parecía nerviosa.
-¿Vivir? –insistió ella-, ¿contestarme…? ¿comer pan
con huevo?
Él seguía en silencio.
-¿Fingir que estás acá…?
-No quería discutir, ¿sabes? –interrumpió él-. Te
hablaba seriamente… buscar convicciones reales para hacer lo que hago… No veo
la razón de discutir.
Ella intentó calmarse.
Tomó un poco de té.
-Cuando dices “real” me molesta –dijo ella-. Al hablar
de convicciones reales siento que dices que las otras convicciones son falsas…
-¿Y tú te sientes partes de esas convicciones
falsas?
Ella no contestó.
Él dio otra mascada al pan.
Le costó tragar un poco más.
-Tú no eres una convicción falsa –dijo él.
-Pero eso no quiere decir que sea de verdad –interrumpió
ella-. Casi todo lo dices como si ya no estuvieras acá…
-¿Y dónde estoy?
-No sé –dijo ella-, pero no acá.
-Tal vez estoy pensando en esas nuevas
convicciones, que necesito… -dijo él-. Nada más.
Luego acercó una de sus manos a las de ella.
-Disculpa –dijo ella-. Estoy nerviosa.
-No importa –dijo él-. No te preocupes.
-Si quieres enciende la tele – agregó ella.
Él buscó el control remoto, con la vista.
Ella le acercó la palta.
-Come –le dijo-. Ya se empezó a poner negra.
No hay comentarios:
Publicar un comentario