-No me fío de las
mujeres –me dijo-, de pequeño que no me fío… y no me voy a fiar.
-Ok –dije yo.
-¿No me vas a
preguntar por qué?
-No –le contesté-. No
lo voy a hacer.
-De acuerdo –dijo él.
Pasaron unos minutos.
-Yo vivía en Concepción
en ese entonces… -comenzó a decir.
-¿En cuál entonces? –lo
interrumpí.
-Cuando iba al
colegio, en la adolescencia… -agregó-. Cuando dejé de fiarme de las mujeres…
-¿Me vas a contar
igual?
Él no contestó, pero
siguió con la historia.
-Ella estaba casada y
era la madre de un amigo –continuó-, era de esas mujeres atractivas, pero poco
equilibradas, muy joven para el marido que tenía…
-Ya –dije yo.
-El punto es que un
día, no recuerdo por qué razón, me quedé solo con ella en su casa, y ella
comenzó a acercarse y de pronto se levantó la blusa y me dijo que le mirase la
espalda…
-¿La espalda?
-Sí, la espalda… el
punto es que tenía unas marcas, como cicatrices chicas, y entonces ella me preguntó
si sabía yo de qué eran.
-¿Era como un concurso?
-No, hueón… pasó que
al final ella me dijo que eran marcas de cigarros…
-¿Como Lucky Strike,
Marlboro, Belmont…?
-No, hueón, como
heridas hechas con cigarros… tenía la espalda llena…
-Ya –dije yo.
-Entonces ella empezó
a decirme varias cosas, como coqueteando, pero en realidad me daban más miedo
más que ganas… además yo era chico…
-¿Como qué te decía…?
-Que su esposo no
fumaba… que si quería podíamos juntarnos y fumar con ella… cosas así…
-¿Pero al final quería
sexo o que le quemaras cigarros?
-Ambas cosas, pero le
gustaban más los cigarros… o sea, tenía marcas en todo el cuerpo… me daba asco,
en realidad…
-No tienes que contar…
-Sé que no, pero no
tomas en serio nunca, es como si te supieses todas las historias.
-No es eso.
-Pero es que lo tomas
como algo común.
-Puede no serlo para
ti, pero claro que es común.
-¿Es común que una
mujer esté llena de quemaduras y te haga hacerle más…?
-Todas las mujeres
tienen algún tipo de quemaduras, supongo…
-¿Y ahora resulta que
uno se dejé de fiar de las mujeres de hueón y tú te pones a escribir un blues
de la mujer cenicero?
-No puedes exigirme
que me emocione o escriba un drama sobre cómo te culeabas a la mamá de tu amigo
en concepción… además lo del blues de la mujer cenicero no es mala idea…
-¿Y yo?
-¿Y tú qué?
-¿Qué pasa con mi
imposibilidad de fiarme de las mujeres?
-Pasa que puede
ocurrir como en los letreros de los almacenes de barrio…
-¿Cómo…?
-Ya sabes… hoy no se
fía, mañana sí…
-¿No puedes tomarme en
serio?
-No, hoy no.
-¿Me das una razón?
-Te doy dos.
-¿Cuáles?
-Eres un invento, y
estoy pensando en otra cosa.
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