Siempre es así aunque intentes evitarlo. Me refiero
a que siempre hay cosas que empacas por error. Ocurre incluso si no viajas. A veces
te percatas y crees solucionarlo. A veces, no tienes ni la más ligera
sospecha. Puedes hacer listas. Puedes averiguar sobre el clima. Puedes calcular
en detalle los días y las supuestas necesidades... Nada de esto sirve
finalmente. Siempre hay cosas que empacas por error. El punto pasa a ser entonces
qué hacer –y qué sentir- con esas cosas. Porque tampoco se trata de desechar,
simplemente. No es tan simple. Y es que puedes desechar siempre algo más… y hasta
terminar con nada... Pero claro: eso no otorga solución alguna. Yo mismo, por
ejemplo, digamos que he aprendido a sospechar de los errores. A sospechar que
tal vez no son plenamente errores, me refiero. Y es que algo deben decirnos esas
cosas que empacamos por error. Algo están comunicando. Así, me gusta observar
esas cosas que empacas por error. Igual que mirar a gente con la que no sabes
si llegarás a formar lazos importantes. Ponerlas en fila, por ejemplo, sobre la cama. Jugar
a observarnos, mutuamente. Y claro... enternecernos incluso con esas cosas. Y es que no se trata solo de una frase. Siempre es así aunque
intentes evitarlo. No importa -decía-, si no viajas.
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