.
A pesar que soy amigo de varios
puedo afirmar rotundamente
que no existen los marcianos.
Ellos, además,
tampoco dudan,
pues han aprendido
que su existencia
es absurda e innecesaria
como los encrespadores de pestañas.
Ahora bien,
no faltará el individuo
que buscará mediocres argumentos
para probar lo contrario
y alegará encrespador en mano
que yo me equivoco
y que no acierto mis palabras…
¡Pobre individuo…!
¡Ingenuo individuo…!
¡Que lo abduzcan los marcianos…!
Y es que nunca he perdido
una discusión al interior
de mis propios textos,
y toda incerteza
o incomodidad
viene a ser de esta forma
verdad irrefutable
si a mí se me antoja.
De hecho,
eso hablaba el otro día,
con un marciano que cultivaba flores
al interior de un sombrero mexicano.
Él no tenía voz,
pero hablaba lindo
y podías verlo
en completa tranquilidad,
con el mismo agrado que transmite
el olor de las manzanas verdes.
Así,
sucede a veces que estos seres
comienzan a rodearte en silencio,
aunque verlos resulta tan poco amenazante
y tan íntimo
que nunca dejas realmente
de estar solo.
Lo malo,
por otro lado,
es que como no tengo sombrero mexicano
al final tampoco tengo flores,
y entonces no hay belleza
ni desesperación
ni marciano alguno.
Y claro…
es entonces cuando me quedo
frente al encrespador olvidado
en la sala de clases
y todo parece sumido en una pausa
que hipnotiza.
Debo tener el corazón en pausa,
concluyo.
La vida en pausa.
¡Y por si fuera poco…
los marcianos no existen!
BIITTU GGGUGLGOOO SSSHUUE E EHH OOOOHHHH
ResponderEliminarSIIIIS S UU GLU GU E5 6674TRRTTTT...
¡ehtas viiiivo
¿ no ¿
pues eso ....
y disfruta glu glu ooo bip bip iiii