Soñó que éramos algo así como trompos. No recuerda bien la forma no razón específica pero el punto es que girábamos. Todos girábamos. Nadie de forma especial ni tampoco por voluntad propia, me intentó explicar. Era algo que ocurría, simplemente. Un hecho, recuerdo que dijo. Un hecho, pero en un sueño. Entonces, como no entendí muy bien, le pregunté si el girar del sueño era algo así como un castigo. Como una condena que sufríamos todos que nos obligaba a estar girando, le pregunté. Mientras escuchaba movía la cabeza dando a entender que no. Se rio incluso, cuando se lo dije. Como si solo fuese una tontería y yo me lo tomara muy en serio. Eso me incomodó, por cierto, y me expresión debe haber dado cuenta de aquello. No se trataba de algo grave, dijo ahora, como si se disculpase. Lo que te digo que ocurría no era un impedimento para otras cosas. Girábamos mientras vivíamos, nada más. Y en este sentido era más una revelación que un cambio. Ya sabes… era como descubrir que todas las personas del mundo girábamos sobre algo. Y no sobre algo único ni común, sino algo que estaba en cada uno de nosotros. Una especie de eje propio. Ejes distintos cada uno y levemente inclinados. Ya sabes… Hizo una pausa tras decir esto. Luego, como yo seguía con la misma expresión, volvió a hablar. Un giro constante e imperfecto, dijo ahora, como si se intentase llegar a una conclusión. Imperceptible desde la vida que lleva cada uno, pero un hecho real, al fin y al cabo. Guardó silencio luego de esto. Yo también, pero me vi obligado a asentir luego de un rato. Igual es solo un sueño, comenté, para quitarle gravedad a todo aquello. Exacto, me dijo. Solo un sueño.
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