viernes, 15 de agosto de 2025

Fui al doctor porque las cosas.



-Fui al doctor porque las cosas me hablaron -me dijo-. Y no porque me hablaran, exactamente, sino porque me habían angustiado sus voces, y aquello que me habían dicho.

-Pero espera –le dije-, ¿encontrabas normal que te hubiesen hablado?

Él asintió.

Yo esperaba que bromeara o dijese algo que aportara coherencia a su relato, pero no lo hizo.

-El doctor me preguntó cuáles eran las cosas que me habían hablado –continuó-, y luego me pidió algún contacto familiar y me pidió encarecidamente que fuese a ver a otro médico, cuyo nombre anotó en un papelito.

-¿Un siquiatra? –pregunté.

Él volvió a asentir.

Esperé a que continuase la historia, pero no lo hacía.

Me vi obligado entonces a hacerle otras preguntas, a las que fue respondiendo en orden, aunque sin dar luces de comprender lo grave de sus afirmaciones.

Respondía como por cumplir, simplemente, como si estuviese decepcionado de la conversación que estábamos teniendo.

-Pareces molesto –le dije entonces.

-Claro que estoy molesto –dijo entonces-. Lo que pasa es que nadie me pregunta qué dijeron esas cosas. Solo se interesan por el contexto, las fechas y otros aspectos que no aportan en nada… Pensé que al menos tú lo harías.

-¿Por qué yo? –le pregunté.

Hizo una pausa.

-Porque algunas de las cosas hablaron de ti –contestó.

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